En el siglo 17 existían las dos ciudades de Londres, puerto y centro mercantil y financiera apretada dentro de la muralla romana, y la de Westminster a dos milas, residencia del rey y el gobierno. Londres era un ciudad densa, caótica y construída enteramente de madera. Su reconstrucción se rigío por una de las primeras normativas urbanísticas que especificaba una separación mínima entre edificios y el empleo universal del ladrillo. Aunque se mantuvo en mayor parte la estructura viaria anterior se evitó una densidad tan intensa como la del centro de Barcelona, cuyas condiciones insalubres fueron motivo de las intervenciones de esponjamiento del siglo veinte.
Luego, en la segunda guerra mundial el mismo barrio se arrasó otra vez, el cuerpo del catedral sirviendo, igual que en Barcelona, como un hito para los bombaderos. La destrucción en este distrito de Londres destruyó la mayoría de lo que se había construído después del gran incendio, una destrucción de escala mucho mayor a la de los bombardeos en Barcelona. Esta segunda reconstrucción se aprovechó para crear el distrito financiero que hoy conocemos, de mono-actividad y dominado por imponentes edificios de oficinas pero con alguna memoria de la estructura medieval en el trazado de algunas de sus calles.
Supongo que lo que estoy intentando explicar es que las intervenciones en el casco historico de Barcelona me parecen actuaciones que, por muy potentes que sean y más o menos sensibles en su realización, todavia son legibles como acontecimientos puntuales sobre un tejido de clara estructura historica. Las intervenciones ponen en relieve la continuidad de ocupación del tejido del casco antiguo de Barcelona, mientras que en Londres son fruto de la interrupción de la misma.