dimecres, 12 de gener del 2011

Esta gran transformación urbana de Barcelona, que soluciona la llegada de la propia ciudad al mar, se construyó con motivo de los juegos olímpicos en 1992, y acogió las residencias y demás equipamientos como los comedores para los atletas.
Se proyectó un nuevo barrio fundamentalmente de vivienda, con pequeño comercio en las plantas bajas y algún equipamiento como gimnasios, centros comerciales o cines, que dan servicio a los nuevos habitantes o a los barrios circundantes. Estas viviendas fueron dadas en proyecto a despachos o arquitectos reconocidos en la ciudad mediante los premios FAD, queriendo enfatizar la calidad arquitectónica de las obras construidas. El planeamiento general corrió a cargo del despacho de Bohigas, en base a manzanas de gran tamaño con variedad tipológica, en cuyo interior aparecen espacios públicos, verdes, o tipologías residenciales poco densas como casas adosadas, en la idea de un espacio fluido alternativo al espacio calle, más convencional, que convive con el tráfico rodado.

Tras 18 años, encontramos un barrio ya consolidado, más vivido y con más carácter que al inicio. La propuesta de ordenación urbana creo que es interesante en cuanto a que es una buena alternativa a la trama ensanche a que estamos tan acostumbrados en Barcelona, proponiendo algo así como un intermedio entre zona residencial e intensidad urbana. Los espacios que delimitan los edificios son tranquilos, serenos, e incluso blandos, y proponen, en general, una gradación suave entre lo privado y lo público. Esta frontera está habitualmente bien tratada en el conjunto del barrio aunque en algún momento haya habido que privatizar alguno de ellos debido a temas administrativos-vecinales. En contraposición, el espacio calle contiene un tráfico elevado, transporte público y aceras anchas, así como fachada comercial. Esta dualidad tiene, a mi entender, sus desventajas, como que al barrio pueda faltarle cierta “vida” en la calle, ya que esta queda diluida por la fluidez del sistema de espacio público asociado a las viviendas. Tiene un poco la falta de intensidad de un barrio residencial.

Su relación con el resto de la ciudad, aunque bien pensada en el planeamiento, es un poco especial ya que se trata de un barrio, en origen, periférico, rodeado por grandes piezas que enfatizan un poco la sensación de estar apartado, aunque en cuanto se culminen los proyectos para la Ciutadella esta sensación se diluirá bastante. La relación con el mar se realiza mediante espacios públicos amplios y libres, como si se tratase de un gran parque litoral.

En mi ciudad de referencia existen nuevos barrios de planeamiento y construcción reciente.
En general, como sucede en la Vila Olímpica, son barrios eminentemente residenciales, con pequeño comercio en planta baja y algún equipamiento de carácter local en zonas clave. En general, son zonas con bastante presencia de espacio público verde, en forma de grandes parques. Esta igual sería una manera de relacionarse con un espacio natural, ya que por lo general son barrios de nueva planta. La configuración general de estos barrios es de tipo nuevo ensanche, con algunas plantas bajas residenciales en la calles no principales. Las avenidas principales se encargan de ligar estas nuevas zonas entre ellas, con las grandes infraestructuras, y con el centro urbano. Por lo general, son zonas bastante residenciales, pero al contener poco espacio verde privado y gracias al pequeño comercio y las buenas conexiones con zonas más consolidadas, tienen una intensidad urbana aceptable y resultan, aunque convencionales, bastante agradables.