Los Juegos Olímpicos de 1992 fueron un momento crucial en el desarrollo de Barcelona, porque han rehabilitado en Vila Olímpica el contacto de la ciudad con el mar utilizando infraestructuras al principio destinadas a los Juegos Olímpicos. Ese evento permitió de desarrollar e un sola y de manera instantánea toda una parte de la ciudad con un mismo objetivo el de restablecer el contacto con el mar. Es verdad que la homogeneidad de ese barrio podría ser negativa con el tiempo, pero al mismo tiempo es parte de su identidad. La gradación de espacios públicos y privados hasta el mar no ha funcionado siempre, por que es mas residencial que comercial, pero queda una simbiosis entre los habitantes y la utilización de la playa, demuestra el excito de la operación.
En Montréal, tenemos todavía este problema de acceso a la ribera. Es una isla grande con un pequeño río mas residencial al norte y un gran río, el Saint-Laurent, al sur. La mayoridad del acceso a este es ocupado por el puerto, por largo tiempo el corazón económico de la ciudad. Hay un esfuerzo importante para dar de nuevo un acceso a la ribera, sobretodo en barrios más residenciales, pero se debe descontaminar y tener en cuenta que son playas de piedra. Sin embargo, tenemos una ronda al Viejo Puerto, el barrio histórico de la ciudad, que es muy agradable y que integra los viejos muelles también.
Además, teníamos Juegos Olímpicos en 1976, pero a escala menos grande. Fueron construidos estadios y el “pueblo de los atletas” como grande infraestructuras en un barrio residencial y que por largo tiempo fueron considerados como elefantes blancos sin enlace con el barrio. Sin embargo, es verdad que ahora, con los centros deportivos, de divertimento y el Biodôme, la creación de cuatro ecosistemas al interior de una cúpula, hay ahora una integración no tanto al barrio pero a toda la ciudad.